Acroyoga

Fortaleciendo cuerpo, alma y empatía

Para quienes estaban buscando una nueva forma de trabajar cuerpo y mente, Tiffany Fiedler Mansur propone el acroyoga, una fusión entre dos disciplinas que ponen a prueba los límites de cada uno, como opción para alcanzar el bienestar.

Por Patricia Luján Arévalos | Fotos de Guille Nuñez

Tiffany Fiedler siempre estuvo comprometida con su propio mejoramiento físico y mental, y desde hace años trabaja como instructora en los mejores gimnasios de asunción; pero cuando descubrió el acroyoga encontró algo que no sabía que estaba buscando. “Cuando practiqué por primera vez, sentí un bienestar que tuve la necesidad de compartir, por tal motivo, decidí realizar los cursos y estudios correspondientes para ser instructora”, cuenta.

Tras muchas horas de entrenamiento y bastante sacrificio, Tiffy culminó su formación con excelentes resultados en la escuela Acrobrasil, de Londrina, Paraná (Brasil). Su certificación profesional le habilita para enseñar la técnica correctamente, algo más que necesario al tratar con crecientes grados de dificultad.

A la hora de definir el acroyoga, Tiffy explica que es una práctica corporal que combina el dinamismo de la acrobacia y la sabiduría del yoga: “Es un arte que te exige superar constantemente tus límites dando como resultado un beneficio mental y físico”. Se originó cuando Eugene Poku y Jesse Goldberg, compañeros de baile, incluyeron ambas disciplinas en su rutina, allá por el año 2000.

Superando límites

Hay muchas formas de sacar provecho de esta disciplina, desde mejorar las condiciones físicas del cuerpo hasta alcanzar una mente saludable, pasando por adquirir una mayor consciencia corporal. Como el trabajo acrobático requiere de dos personas trabajando en simultáneo para lograr las poses, se desarrolla instantáneamente un lazo empático entre los compañeros, asegurando también que cada sesión sea divertida y no monótona.

“Pero el beneficio último es, sin duda, la satisfacción de superar los límites que creímos imposibles, aumentando nuestra seguridad y autoestima”, agrega Tiffy. El mayor obstáculo está en uno mismo, ya que la práctica desafía mental y físicamente a la persona.

Aunque cuenta con su grado de dificultad, el acroyoga está orientado a todo público, a quien quiera salir de la rutina realizando actividades dinámicas, compartidas e innovadoras. La profesional asegura que tanto niños, adolescentes, adultos y adultos mayores pueden disfrutar de esta experiencia: “Es para todos los que buscan despejar su mente, obtener flexibilidad y fuerza, que estén dispuestos a desbloquear sus miedos, confiar y descubrirse”.

Para empezar con la práctica no es necesario haber hecho yoga con anterioridad, explica Fiedler: “Si bien las figuras acrobáticas y las asanas (posturas de yoga) más complejas requieren de experiencia y un entrenamiento físico previo, con persistencia y predisposición toda persona es capaz de aprenderlas y realizarlas”.

Ya que el yoga es una actividad individual, de meditación e insight, al incluir la acrobacia se estimula el trabajo en equipo a través de juegos dinámicos. asimismo, se realizan ejercicios para superar miedos y crear, de esta manera, un lazo de confianza entre los compañeros para alcanzar el balance compartido.

Las clases duran una hora y treinta minutos. una sesión regular de acroyoga inicia con calentamiento, trabajos de fortalecimiento, de flexibilidad y estabilidad, y práctica de asanas. “Luego pasamos a trabajos en duplas, los cuales combinamos de acuerdo al peso y a la estatura de cada uno, las parejas varían cada clase, y finalizamos con estiramientos”, explica Tiffy.

Las posturas a practicar se determinan de acuerdo al nivel de cada pareja. La instructora menciona que a medida que avanzan, pasan a las transiciones, es decir la sucesión de una postura tras otra sin bajar de la base.

Lo ideal para iniciar una clase es contar con tres personas como mínimo, la base, el volador y el ángel. la base es quien se encarga de sujetar al volador en el piso o de pie, y el volador es quien se coloca arriba. El ángel, por su parte, se encarga de la seguridad, estando pendiente de que no sucedan caídas o desequilibrios. además de mantener la práctica segura, supervisa que las líneas del base estén correctas.

Dependiendo de la constancia y disciplina de cada participante, el acroyoga puede mostrar sus primeros beneficios muy pronto: mayor agilidad, mejor flexibilidad, fuerza, equilibrio y estabilidad, que son solo las primeras evidencias de este trabajo físico.

Info:

Além do Céu, Acrostudio

(0981) 230087

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