Moldeando nuestra cultura: la historia de Julia Isídrez

Desde el 2012, gramo se manifiesta como una plataforma de contenido en la que referentes de Paraguay y del mundo comparten experiencias inspiradoras que impulsan a la acción. en distintas ocasiones, gramo ha sido el escenario donde grandes artistas han compartido su talento.
la ceramista Julia Isídrez es una de ellas.

Por Carmen Blanc / Fotos gentileza

Julia Isídrez nació en la ciudad de Itá y creció en una familia de ceramistas. Desde niña, miraba cuando su madre elaboraba distintas piezas a partir del barro y recuerda cuando juntas caminaban semanalmente hasta una cantera situada a 3 km de su casa para conseguir el material necesario.

Mientras su madre trabajaba con el barro, ella tomaba piedritas y pulía las piezas que estaban casi a punto. No fue sino hasta los 17 años cuando ella empezó a modelar. Desde ese momento, Julia descubrió que sus manos y la cerámica eran como un nuevo medio de comunicación.

La artista comenzó a trabajar con la misma técnica que su madre había aprendido de su bisabuela, la misma que utilizaban las mujeres guaraníes. Una metodología marcada por el trabajo que las mujeres del Paraguay siempre han tenido en sus familias: el de fabricar los utensilios de cocina, además de dar sustento alimenticio. Desde hace décadas se encargan de fabricar, entre otras muchas cosas, el japepo, la olla con la que cocinan, y el ña’ẽmbe, el plato que utilizan para comer. Esta fue una técnica que sobrevivió a la Guerra Grande y que fue perfectamente manejada por miles de mujeres guaraníes hasta llegar a Julia.

TODO AQUEL INTERESADO EN MANEJAR LA ARCILLA ES BIENVENIDO EN SU ESCUELA.

EL ARTE DE CREAR

El ingrediente que hace especial a esta historia —y que diferencia tanto a Julia como a su madre de otras ceramistas— es la creatividad plasmada en sus obras. Madre e hija agregaron su huella personal, logrando que sus creaciones tengan una gran expresividad, diferenciación y un claro reflejo de la cultura rural paraguaya. Así, ambas hicieron de la artesanía popular un arte; uno que primero llegó a las galerías de Asunción, traspasando más tarde las fronteras de Paraguay hasta llegar a Argentina, Brasil y Europa. Un arte que llegó a ser premiado en Holanda con el Premio Príncipe Claus y fue expuesto en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Kassel, Alemania. Tan señaladas y especiales son estas piezas que llegaron a atravesar el continente europeo para que lo disfrutasen también desde Corea, China y Japón.

Tras unos años cargados de creatividad y mucho trabajo, Julia debió despedirse de su madre, compañera y maestra. La persona que la había enseñado todo. Esta fue una época dura para la artista, pero que sin duda la ayudó a ver su camino con otra perspectiva y a preguntarse qué era lo que realmente quería hacer con el legado que su madre le había dejado.

Fue entonces cuando decidió darle una oportunidad a la enseñanza y entendió el valor de transmitir todo lo que ella había aprendido. La escuela El Cántaro le permitió dar sus primeros pasos en el mundo de la docencia.

Con Julia, la tradición —que hasta ese entonces era de madre a hija— se convirtió en algo más. Las puertas se abrieron a hombres, mujeres, niños, adultos y mayores. Todo aquel interesado en manejar la cerámica es bienvenido en su escuela.

Cientos de ojos han conocido el arte y la cultura paraguaya desde distintos rincones del mundo, gracias al arte de Julia Isídrez y su madre. Decenas de personas han aprendido a trabajar la técnica de estas ceramistas, gracias a la enseñanza a la que, con tanta pasión, se dedica Julia.

Es, sin duda, un honor contar con artistas como ellas en Paraguay, pues son capaces de transmitir la esencia de nuestro país a través de un arte insólito, cautivador y perecedero.

EL ARTE DE JULIA FUE PREMIADO EN HOLANDA CON EL PREMIO PRÍNCIPE CLAUS Y FUE EXPUESTO EN LA FERIA INTERNACIONAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE KASSEL, ALEMANIA.