Roberto Chirola Ruiz Díaz. El hombre, su guitarra y su poesía

Un tú a tú con Roberto Ruiz Díaz, más conocido como “Chirola”, vocalista líder de Kchiporros y La de Roberto, nos acerca al poeta y al músico que conviven en él. En este reportaje, nos revela cómo fue su infancia, el momento cumbre en el que descubrió su fuente de inspiración, sus preocupaciones y sus proyectos.

Por Gisselle Jara | Fotos Gloria Ferrés

El hombre que rasgueaba la guitarra en la casa 153 era Chirola; los acordes no pasaron desapercibidos en aquella casona del siglo XIX, donde tuvo lugar nuestra sesión de fotos y entrevista. Las notas acústicas se amplificaban volviéndose etéreas. Quedó atrapado en las cuerdas, como si el instrumento tuviera una especie de magnetismo natural; apenas subió al segundo piso del edificio céntrico, allí, sobre la
famosa intersección de 25 de Mayo e Independencia Nacional. Ensimismado, concentrado, interpretaba una de sus canciones; los flashes se prendieron para inmortalizar el momento.

Mayor de tres hermanos varones, Chirola se declara “un poco hiperactivo y soñador”. Recuerda su infancia como una época feliz: jugando fútbol y básquet; entonces, ya se imaginaba sobre un escenario. “Me gustaban los desafíos; mientras más imposibles, mejor”, revela.

“En casa siempre hubo música. Mi papá coleccionaba cedés y vinilos. Mi mamá también es un poco artista; cantaba y tocaba la guitarra. En mi casa se cultivaba la lectura, crecimos rodeados de libros”, rememora con añoranza.

Sus primeras memorias musicales giran en torno al disco de vinilo Revolver, de The Beatles. De a poco, las influencias se iban sumando con diferentes estilos: las bandas Sublime, Café Tacvba, Los Fabulosos Cadillacs y Oasis; los cantantes Manu Chao, Charly García, Fito Páez, Andrés Calamaro, Jorge Drexler, Gustavo Cerati y Marley se atesoran en el baúl de sus más elevadas reminiscencias. “Mi primer cassette creo que fue el álbum La hija de la lágrima, de Charly García, o uno de Michael Jackson; los escuchaba en mi walkman”.

Hoy, como artista consolidado con sus dos grupos, Kchiporros (KCH) y La de Roberto (LDR), el cantautor tiene bien definido su camino profesional. “Amo lo que hago. Miro atrás y me resulta abrumador todo lo que atravesamos para estar en este nuevo punto de partida. Entre KCH y LDR se construye mi personalidad artística, soy un poco de ambos. Siento que, a pesar de todo lo que ya pasó, acabo de comenzar. Así puedo hilar mejor la inspiración, la magia y el trabajo constante para crear mi música”.

El lienzo sagrado de la inspiración

“Casi pude presentir lo que ocurriría esa madrugada y, en un acto innato, empecé a escribir una canción, desde un lugar que no conocí hasta ese entonces”, explica Chirola sobre lo que sintió minutos antes de sobrellevar uno de los acontecimientos más fuertes que le tocaron: el fallecimiento de su abuela materna. “La sensación de su despedida me llevó a escribir acerca de la belleza natural, la del alma, del aura más allá del cuerpo”, recapitula.

Ahora, el compositor admite que sus músicas son un canal a través del cual encuentra respuestas a sus interrogatorios. “También es un ejercicio terapéutico para mí, soy mucho mejor expresando lo que pienso y siento en mis canciones. Muchas veces vivo el momento de la composición a flor de piel”.

“Me preocupo mucho, más de lo que quisiera. Pienso en la vida y en la muerte, en el cambio climático, en la salud y en la enfermedad; en el tipo de sociedad y mundo en el que crecerá mi hijo Piero; también en disfrutar el momento, ya que todo pasa”, confiesa el cantautor que fue padre hace pocos meses, junto con su esposa Antonella Volpe.

El artista disciplinado

El talento requiere de disciplina y aunque acepta que la rutina le aburre, intenta compaginar sus obligaciones de forma equilibrada. “Trato de tocar un poco siempre, por lo general, los ensayos son por las tardes con mis dos grupos. De acuerdo con mi estado de ánimo, escribo o escucho música y ejercito entre semana. Paralelamente, participo de reuniones de nuestra productora 4k Music”.

Su trabajo como cantautor le llevó a fundar una productora propia, junto con otros integrantes de KCH. Hoy en día, 4K Music es una comunidad artística que funciona como sello discográfico, productora de shows, editorial y empresa de rental de audio y oficina de booking. “Además de encargarse del management de KCH y LDR y otros talentos nacionales”, cuenta: “Soy uno de los directores de este proyecto que funciona en Las Mercedes, en un lugar al que llamamos Villa del Gallo, donde constantemente hay gente trabajando y generando contenido vinculado con las diferentes áreas de la productora, con música y entretenimiento”.

¿Tenés algún ritual antes de cada concierto?
Algunos minutos antes de subir, me invade la adrenalina. No sé si es un rito, pero me concentro y visualizo cómo será mi desempeño. A veces, me pongo muy nervioso y me dan ataques de arcadas, que desaparecen apenas piso el escenario.

¿Qué otros géneros del arte te gustaría explorar?
Me gusta escribir. En algún momento, me sentaré a escribir hasta donde me lleve la inspiración.

¿Con qué proyecto estás comprometido ahora?
Con KCH estamos trabajando en tres EP, empezando por El equilibrio. Con LDR acabamos de sacar el adelanto de nuestro nuevo disco Para evolucionar. El single de difusión se llama El final, y como sorpresa va a salir en vinilo.

¿Cómo es tu relación con los productores internacionales?
¡Súper buena! aparte de lo mucho que pudimos absorber de diferentes productores, ellos nos ayudaron a crecer como banda, como artistas y como personas. Los primeros tres discos de KCH fueron producidos por Martín Lorenzo y Mariano Franceschelli, de Los Auténticos Decadentes, quienes también fueron un poco nuestros mentores. Luego tuvimos una etapa muy rica con Matías el Chávez Méndez, que nos dio otro vuelo con los discos Señor Pombero y Siente el movimiento, además del single Negrita.

Ahora, para nuestro EP El equilibrio, volvimos a trabajar con Martín y Mariano. El otro EP, que está en desarrollo, lo estamos produciendo con Rafa Arcaute, quien trabajó con Calle 13 e Illya Kuryaki, y ganó varios premios. Finalmente, este año vamos a Texas, a producir uno con el venezolano Héctor Castillo, ganador de premios Grammy, que trabajó con grandes, como David Bowie y Björk.

Hablanos de México.
Es nuestro segundo país. Sus tradiciones y cultura tienen mucho que ver con mi poética. Es el lugar desde donde escribo, tratando de entender de dónde vengo, cómo soy y por qué. Desde que empezamos, en el 2010, crecimos exponencialmente. Hicimos giras con Decadentes, Los Caligaris, Los Pericos, Kapanga, Fidel Nadal. Recorrimos muchísimas ciudades. Tocamos ya dos veces en el Vive Latino, en festivales en Monterrey, Guadalajara, Teotihuacán, Cuernavaca y Ciudad de México. Venimos haciendo una carrera con raíces profundas.

También suelen ir a Buenos Aires para producir sus temas.
Tenemos grandes amigos allá. Hace muy poco tocamos en el teatro Vorterix invitados por la banda cruzando el charco, y a lo largo de nuestra carrera hemos estado yendo y viniendo, conociendo estudios, grabando y estableciendo estrecha conexión con gente de la industria latinoamericana.

Estuviste involucrado en el cambio de la Asociación Paraguaya de Autores (APA), ¿seguís trabajando ahí?
Sigo trabajando de cerca para sanear la única entidad autorizada para proteger y cobrar los derechos de autor en Paraguay; importantísima por su función y valor cultural. Heredamos una entidad en ruinas y muy desprestigiada, que vamos sacando a flote de a poco, para beneficio de las nuevas generaciones.

Créditos

Fotografia: Loli Ferrés
Asistente de fotografía: Fabiana Closs
Producción: Valeria Gallarini
Estilismo: Guillermo Ojeda
Peinado: La Guarida
Maquillaje: ShivaValinotti para Kryolan Professional Makeup
Prendas: Total look ZARA
Agradecimientos: Rocio Sienra, Agencia Laika, Juan Lledó, Alejandra Chaparro y Angélica Cristaldo.