Rock & Moda: Cuando el rock se pone de moda

Por Vale Gallarini

El ritmo más rebelde de la música es tal vez el que más ha impuesto tendencias entre los jóvenes. Sus intérpretes han sido los propulsores de la moda de los jeans, las camperas de cuero, los tatuajes y los piercings, solo por citar algunas de sus grandes influencias en la indumentaria contemporánea.

No es secreto que la música y la moda siempre han ido de la mano, y esta asociación se ha dado de las más diversas formas. Más que influencia, se podría hablar de una retroalimentación. Muchos de los diseñadores afirman nutrirse de la música para su inspiración, así como los músicos también tienen que nutrirse de la moda para verse cool sobre el escenario; motivo por el cual ponen especial atención a su vestuario escénico.

Los primeros rockeros Jerry Lee Lewis, Buddy Holly y Elvis Presley trajeron no solo un nuevo ritmo, sino también un look atrevido y diferente que fue rápidamente adoptado por los adolescentes como símbolo de rebeldía. Los jeans, camperas de cuero de motociclistas y las remeras daban estilo y libertad a los movimientos de los jóvenes, que bailaban al ritmo de esta nueva y desenfrenada música.

Los 60 introdujeron la beatlemanía, que en su primera etapa impuso pantalones angostos, sin bolsillos exteriores y sacos entallados sin solapas y botas de caño corto, y con la evolución musical del grupo, a fines de esa década, un look más hippie, marcado por la melena larga, pantalones pata de elefantes y túnicas orientales. Importantes diseñadores adoptaron rápidamente el estilo hippie, quitándole contenido político y convirtiéndolo en una forma más de vestir elegante. Así, Yves Saint Laurent lanzó una colección, cuyos ejes fueron el exotismo, los colores y los materiales naturales.

Como se puede ver, la influencia musical en la moda ha sido tan masiva que incluso ha marcado décadas, como fue el caso del punk inglés, a fines de los 70; el estilo hip-hop influenciado por el rap de inicios de los 80; y cómo olvidar los encajes, tachas, perlas y cruces impuestos por la chica material, a fines de los 80; así como el boom del estilo grunge, a mediados de los 90.

Tal vez uno de los momentos más paradigmáticos en esta alianza se dio a finales de los 70, con la música cruda, rebelde y enérgica, y la estética agresiva y provocativa del punk. La vestimenta y la música se unieron para denunciar la disconformidad del statu quo. Bandas, como Sex Pistols, Ramones y Blondie, lanzaban sus gritos de inconformidad al mundo y protestaban contra todo, a través de la vestimenta y el rock, ya que su imagen también causaba escándalo, como claramente lo demuestra New York Dolls, varones travestidos, liderados por el famoso manager y diseñador británico Malcolm McLaren.

Sid Vicious y Johnny Rotten de los Sex Pistols, con su actitud, cuando el rock se pone de moda crearon el prototipo de cómo ser un punk: campera de cuero, crestas, pantalones de piel ajustados, alfileres de gancho, tachas y la infaltable cara de malo. Aunque la imagen punk no la crearon ellos, sino la diseñadora Vivienne Westwood, junto a su entonces pareja McLaren, también manager de los Sex Pistols. Ambos fueron los responsables de soldar vestimenta y rock, produciendo ropa tan anárquica como la música que se escuchaba.

Durante los 90 sucedió otro momento paradigmático, cuando grupos como Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden impusieron un estilo desprolijo que incluía jeans rotos, camisas largas a cuadros desprendidas y con una remera abajo, Birkenstocks o borceguíes. Ellos subían al escenario con la misma ropa que usaban todo el día, sin estar asesorados por estilistas ni preocupados por verse bien; y sin quererlo, causaron que un joven Marc Jacobs diseñando para Perry Ellis reprodujera su estilo, siendo repudiado por los expertos de moda –y, de hecho, despedido de la firma–, pero emulado por todos los jóvenes de la época que se apropiaron de esta moda.

Las estrellas musicales también se han acostumbrado acontratar a diseñadores para crear el vestuario de sus giras. Imposible olvidar los corpiños en forma de cono creados por Jean-Paul Gaultier para Madonna. Otras marcas que la han vestido en sus giras fueron Dolce & Gabbana, Dsquared y más recientemente Givenchy. Las Spice Girls se dejaron envolver por Cavalli para su regreso a los escenarios, y Lenny Kravitz por Gucci para su gira mundial Love Revolution Tour. Lo cierto es que el público consume los productos que eligen sus ídolos. No es de extrañar que seguidores de determinadas bandas se vistan como clones de sus ídolos del rock, por lo que ahora las alianzas estratégicas entre marcas y músicos son lo último.

H&M convocó a Madonna, la reina del pop, para diseñar una línea de ropas que se agotó ni bien llegó a las tiendas. Tommy Hilfiger se unió a la tendencia invitando a David Bowie para diseñar su línea H Hilfiger, con la colaboración de su esposa Iman. Los músicos se han convertido en los nuevos diseñadores de moda. Sus marcas invaden las tiendas y cada día un nuevo músico-diseñador lanza su nueva colección. Estrellas, como Gwen Stefani (con su célebre marca L.A.M.B., y la más nueva, Harajuku Lovers), Jennifer López (que cuenta con las marcas JLO, Sweetface y Justsweet), y Kanye West (con su marca Yeezy), decidieron lucrar exclusivamente con sus colecciones sin aliarse con ninguna otra marca o diseñador, lanzando sus propias colecciones y autoproclamándose diseñadores.

En el caso de Sean Combs, cuya carrera como diseñador con la popular y lucrativa línea de streetwear Sean John, e inversionista de Zac Posen, ha opacado ampliamente a su carrera musical, de la cual se valió inicialmente para promocionar sus marcas.

Entre las estrellas con marcas propias también encontramos a Jessica Simpson con una línea de calzados; Beyoncé, con su marca casual de ropas y accesorios House of Deréon; y a LL Cool J, con su marca Todd Smith. Hoy la influencia de los cantantes de hip-hop es tal vez más fuerte que nunca, ya que la tendencia de streetstyle domina las pasarelas masculinas de las más importantes marcas, como Balenciaga, Gucci y Louis Vuitton. La unión entre música y moda se ha vuelto cada vez más sólida. Ya no solo se observa el fenómeno en los jóvenes, que se visten imitando a sus ídolos, o los diseñadores, que eligen músicos como modelos de sus campañas o los visten en sus conciertos y eventos; sino que también los músicos han empezado a lucrar con su estilo creando sus propias marcas.