Ella vive para contar historias con el alma. Esta actriz y productora paraguaya se mueve con naturalidad entre el teatro y el audiovisual, lo cual la llevó a consolidarse en ambos universos. Su más reciente participación en El ADN del delito, la serie internacional de Netflix filmada entre Paraguay y Brasil, confirma que Antonella está en su mejor momento.
Por Nora Vega Fotos Gentileza
Para esta actriz paraguaya, la actuación no fue una decisión repentina, sino una forma de existir desde siempre. «Desde muy chica, sentí una atracción profunda por contar historias. Jugaba sola inventando personajes y escenas, y era mi forma favorita de estar en el mundo».
«Actuar para mí no es solo una elección, es una necesidad. Es el lugar donde puedo vivir muchas vidas y explorar lo más crudo, lo más honesto del ser humano».
El recuerdo de su primera vez en escena está impregnado de vértigo, libertad y revelación. «Sentí una conexión muy intensa conmigo misma. Y ahí entendí que esa sensación era adictiva. Era como haber encontrado un lugar donde todo lo que soy —mi sensibilidad, mis cuestionamientos, mi intensidad— tenía sentido».
«La escuela de un actor es la vida misma», expuso Antonella. «En Roma, me encontré con una forma de vivir el arte que me atravesó por completo. Dejarme existir y confiar en lo que tengo para dar. Pero mi proceso sigue», aseguró.
En Nueva York, vivió un proceso muy profundo que la obligó a mirarse de frente, a sanar para tener la libertad de crear y confiar en lo que tiene para dar.
Su formación actoral empezó en El Estudio, bajo la dirección de Agustín Núñez, en Asunción. Su ciudadanía italiana la llevó a perfeccionarse en la escuela ACT Multimedia en Cinecittà, Roma (Italia), y más adelante completó su capacitación en el Lee Strasberg Theater and Film Institute de Nueva York (EE. UU.), donde cursó los dos años académicos completos.
Lo aprendido en el teatro lo llevó al set. «El teatro me dio la base para esta y otras experiencias audiovisuales; me enseñó a sostener la concentración, conectar con lo que está pasando con el otro. Esa entrega me ayudó mucho a adaptarme al ritmo del audiovisual, donde todo pasa rápido».
«Me interesa contar historias que incomoden un poco, que no dejen indiferente. Personajes que rompan con lo esperado, que estén en conflicto, que tengan heridas, contradicciones, secretos. Me atraen mucho las mujeres que cargan con algo que no se vea a simple vista, pero que está ahí, latiendo», detalló. «Quiero contar desde lo humano, lo crudo, pero también con humor y sensibilidad», profundizó.
El ADN del delito
Sus diversas experiencias y vivencias la llevaron hasta Yolanda, su personaje en El ADN del delito. El papel no fue parte del plan inicial. «Después de hacer un casting para un personaje más chico, me confirmaron que había quedado. Ya en Ciudad del Este, durante una prueba de vestuario, me propusieron probar para otro papel, el de Yolanda. Hice la prueba junto a Matías Desiderio y, tres horas después, me avisaron que me habían dado el papel. Además, con la posibilidad de viajar a São Paulo».
Aunque la preparación no fue extensa, la carga emocional fue intensa. «Lo más desafiante fue encontrar esa esencia de alguien que tiene calle y es, a veces, víctima de violencia. Afortunadamente, Matías fue muy generoso y un actor excelente», relató. «Fue la primera vez que tuve la oportunidad de interpretar un papel con una carga emocional tan penetrante y con un pequeño arco dramático. Hasta ese momento, mis participaciones en producciones audiovisuales habían sido personajes más ligeros».
Como novedad, mencionó Salida de Emergencia, una miniserie web que está produciendo junto a Diana Frutos. «Se trata de unitarios: pequeñas cápsulas de ficción de distintos géneros. Es una salida para todos. Para nosotros, los artistas, que muchas veces no estamos creando por falta de espacios. Y también para el público, que necesita ver ficción hecha acá, con personajes que hablen como nosotros, con nuestra forma de ser, con nuestra idiosincrasia».
Desafíos a futuro
Su referente indiscutible: Meryl Streep. «Tiene una capacidad única de transformarse, de desaparecer dentro de cada personaje sin perder nunca la humanidad. Pero lo que más me impacta es cómo logra que todo parezca simple, natural, inevitable».
¿Y acerca del futuro? Antonella se imagina actuando, porque es su gran amor, pero también produciendo sus propios proyectos, contando las historias con libertad. «Mi sueño es trabajar en Italia. En cinco años me veo trabajando entre Paraguay, Italia y, quizás, algún otro rincón del mundo».
Antonella inició su carrera teatral con Delivery (Pizza Man) y se destacó en obras como Anna Cappelli, Nerium Park y Bajo terapia, mostrando gran versatilidad y compromiso artístico. Fue nominada dos veces a los Premios Edda como Mejor Actriz Principal.
En audiovisual participó en series y películas como González vs. Bonetti, Las Herederas, Leal 2 y Desintoxicación amorosa.