Nacida en Cannes en 1970, hija de padres marroquíes, supo desde muy pequeña que amaba la moda. Desde chiquita eligió coser en vez de jugar, pero no se percató de que la costura podría ser una profesión, hasta su adolescencia, cuando vio por primera vez un desfile de Yves Saint Laurent en la televisión. Ese evento fue una gran revelación para ella, ya que en ese preciso momento se dio cuenta de que podría dedicarse profesionalmente a eso. Lo que más amaba en el mundo.
Por Valeria Gallarini Sienra
Se graduó de la Escuela de Artes Aplicadas Duperré de París, en 1994, a los 24 años. Su primer acercamiento a la moda fue uno de sus trabajos en París, tras recibirse de la facultad: formó parte del equipo de diseño de la marca de lencería Capucine Puerari. luego, le tocaría colaborar para la creación de la línea de joyas del gran diseñador francés Jean Paul Gaultier.
En 1996, a los dos años de recibida, tendría la gran oportunidad de trabajar para Nicolas Ghesquière, el joven y brillante diseñador que, por entonces, se encontraba al frente de Balenciaga. al conocerla, Ghesquière la nombró directora de su estudio de diseño y trabajaron en conjunto con una gran afinidad.
Juntos, Jarrar y Ghesquière se embarcaron en una de las más fabulosas reinvenciones de la historia de la moda, transformando una dormida casa de la moda francesa en una de las marcas más vanguardistas del mundo. Esta unión duraría 10 años.
En Balenciaga, ella estaba a cargo tanto del estudio como del atelier. Esto quiere decir que no solo ayudaba a Nicolas Ghesquière a crear la colección, sino también colaboraba en el atelier para supervisar la realización.
En el 2006, fue atraída por el mundo de la alta costura, saliendo de Balenciaga para convertirse en la directora del atelier de alta costura de la Maison Christian Lacroix, donde se quedaría por tres años. En el 2010, alentada por el mismo diseñador, fundó su propio atelier y, en el 2013, fue aceptada como miembro de la cámara sindical de alta costura, convirtiéndose en una de las revelaciones de la alta costura parisina.
En el 2016, tendría una nueva oportunidad única, cuando fue nombrada directora creativa de la casa de moda lanvin en reemplazo del gran Alber Elbaz. Al unirse a esta importante firma de la moda, Bouchra afirmó: “Unirme a Lanvin muestra un deseo de expandir mi creación a campos de expresión más amplios. El atelier de la casa posee una extraordinaria experiencia y es mi intención traer a Lanvin la armonía y consistencia de la moda creada para mujeres, la moda de nuestros tiempos”.
A Bouchra Jarrar le inspira la vida real, lo cotidiano y el espíritu de nuestros días. El street style es una de sus mayores musas e incluso llegó a afirmar que desea que la alta costura se nutra más de lo casual y de la calle. Sus diseños son simples, cómodos, prácticos, tal vez no para soñar, pero sí factibles para imaginárselos puestos en el día a día.
Su estilo es muy minimalista, basado en las formas clásicas de los años cincuenta y sesenta. Jarrar pone mucho énfasis en la elegancia y en los materiales de lujo desde una aproximación absolutamente sencilla, pero exquisita.
La diseñadora tiene la costumbre de incluir mucha ropa de apariencia casual en sus colecciones de alta costura, elevando piezas muy básicas con materiales bordados y sumamente opulentos. Su fuerte es la sastrería, se destaca por sus abrigos, camperas y pantalones impecablemente cortados y chalecos imposiblemente chic.
Curiosamente, ella se formó en dos casas diametralmente opuestas. La primera, Balenciaga, se caracterizaba por poner destaque en el despojo más absoluto y la segunda, mientras Lacroix, por incluir absolutamente todo. Del less is more al more is more, aprendió a encontrar un balance chic y adecuado que hoy es la insignia de la casa Lanvin.