¿Te imaginás que el secreto para sentirte con más energía, dormir mejor, modular tus hormonas y hasta bajar esos kilitos de más no dependa solo de lo que comes, sino de cuándo lo haces? Así de simple y emocionante es la crononutrición, una forma de alimentarse que respeta los ritmos naturales de tu cuerpo.
Por La Nutricionista Guadalupe Barriocanal Fotos Gentileza
Primero es lo primero. Todos tenemos un reloj biológico dentro de nosotros que funciona en ciclos de 24 horas y regula un montón de cosas importantes como cuándo dormimos, nuestra energía y cómo digerimos los alimentos. Este reloj interno se rige por los ritmos circadianos, que son como las instrucciones de nuestro cuerpo para funcionar. Pero, ¿qué pasa cuando ignoramos esas instrucciones? Comer a destiempo jetlag social, cenas a la medianoche y snacks eternos frente a la tele— puede desajustar ese reloj interno y traer problemas como aumento de peso, digestión lenta, cansancio y hasta cosas más serias como diabetes o enfermedades cardíacas.
¿Cómo funciona el reloj interno?
Pensá que tu cuerpo es como una orquesta y el núcleo supraquiasmático (el reloj maestro) es el director. Cada función, desde tus hormonas hasta tu digestión, tiene un momento específico para brillar. Si comés fuera de tiempo, es como hacer que el guitarrista toque cuando todos los demás están en pausa: un desastre.
- MAÑANA: El motor arranca
Cuando te despertás, tu cuerpo está en modo vamos con todo. El cortisol, esa hormona que te da energía, está en su punto máximo, y tu metabolismo trabaja a toda máquina. Es el momento perfecto para cargar combustible de calidad: grasas saludables y proteínas.
Un desayuno nutritivo puede ayudarte a evitar antojos y mantener el hambre bajo control durante el día. Ejemplos: Huevos con panceta, manteca, aguacate, nueces, semillas, fruta.
- MEDIODÍA: Hora de mantener el ritmo
A esta hora, tu cuerpo está en modo productividad. El metabolismo sigue fuerte, pero no tan acelerado como por la mañana. Acá es ideal una comida balanceada que combine proteínas, vegetales, grasas saludables, y algún carbohidrato complejo. Pensa en algo como carne con batata y ensalada, o salmón con puré de mandioca y verduras al vapor.
Evitá las comidas altas en almidón, masas, panes, salsas industriales, porque… bueno, ya sabés lo que pasa: esa siesta no programada que te quiere ganar en la tarde.
- NOCHE: Baja las revoluciones
Cuando el sol empieza a bajar, tu cuerpo dice: es hora de relajarse y prepararse para dormir. El problema es que muchos de nosotros hacemos justo lo contrario: cenas pesadas, postres, y snacks nocturnos frente a la tele o salidas con amigos, familias o pareja.
Por la noche, tu metabolismo va más lento, la insulina no funciona de la manera correcta, la exposición a la luz azul deprime la síntesis de melatonina y las comidas pesadas pueden dificultar tu digestión y tu descanso. Optá por algo ligero y fácil de digerir, como un bowl de sopa de caldo de hueso, soufés, una ensalada con proteínas y grasas saludables, o un omelette con verduras.
¿Por qué comer a tiempo hace la diferencia?
La crononutrición no es una dieta estricta con conteo de calorías, es más bien una forma de vida. La crononutrición tiene todo el sentido del mundo, y la ciencia lo respalda
Control de peso sin tanto drama: Comer más en la mañana y menos en la noche puede ayudar a tu cuerpo a usar la energía de manera eficiente y evitar que almacene lo que no necesita como grasa.
Mejor digestión: Tu intestino también tiene su propio reloj. Comer cuando tu cuerpo está activo mejora la digestión y absorción de nutrientes.
Sueño reparador: Una cena ligera y temprana te prepara para dormir mejor, ya que tu cuerpo no estará ocupado intentando digerir una comilona nocturna. Tratá de comer al menos 2-3 horas antes de dormir. Evitá el picoteo nocturno, en lugar de ese snack a medianoche, tomar una infusión relajante.
Energía todo el día: Comer de acuerdo a tus ritmos naturales te ayuda a evitar esos picos y caídas de energía que te hacen depender del café o los dulces.
¿Y si mi horario es un caos? Si trabajás de noche o tenés un horario irregular, o mucha vida social, intentá adaptar tus comidas al momento del día en que estés más activo.