DE IMAGEN & TIEMPO

EL ARTISTA PEDRO BARRAIL EN NUEVA YORK

De febrero a junio de este año, el renombrado artista paraguayo Pedro Barrail cautivó la escena artística de Nueva York con su última exposición en la Galería Cristina Grajales, una de las más importantes a nivel internacional. Esta es la segunda muestra individual de Barrail en la galería. Además, ha realizado numerosas exposiciones colectivas.

Por Nora Vega Fotos Gentileza

 

Trabajó y estudió en Miami desde 1983 hasta 1994, donde recibió su Licenciatura y Maestría en Bellas Artes, Arquitectura y Diseño Urbano por la Universidad de Miami.
Sus piezas forman parte de colecciones públicas y privadas a nivel internacional y han sido referenciadas en publicaciones como Art and Auction, New York Times, Wallpaper Magazine y Financial Times.

En su reciente muestra, denominada De Imagen y Tiempo, el trabajo de este artista paraguayo se sumerge en el inexorable paso del tiempo, explorando sus efectos en las técnicas, texturas y en el proceso de creación en general. Esta exposición sirve como culminación de proyectos e ideas que han ocupado su proceso creativo desde el principio, explorando temas de la autopercepción, el paso de la vida y el profundo impacto de la memoria.

“Cada pieza es especial porque cumple un rol en esta historia, que investiga sobre el implacable paso del tiempo y sus efectos”, explicó Pedro. Cada diseño difere en materiales, técnica y fundamentos conceptuales, pero todos están conectados por un hilo común: su piel.

La prestigiosa Galería Cristina Grajales acogió a esta exposición. Cabe mencionar, que la galería representa al artista paraguayo desde el año 2008. “Exponer en Nueva York, con sus altos estándares culturales y su rigurosa escena artística, es tanto un desafío como un privilegio. El público es extremadamente exigente y crítico; consume arte como parte de su identidad”, dijo Barrail. «Pero uno debe siempre presentar su mejor trabajo, sin importar el lugar; la verdadera satisfacción personal viene de lograr las metas propuestas, sin importar dónde o quién sea el público”, señaló.

Y, aunque las comparaciones son siempre complicadas, Barrail reflexionó sobre las marcadas diferencias en el apoyo cultural entre países, señalando la falta de una tradición de mecenazgo en Paraguay, en comparación con ciudades como Nueva York, París, Londres y Venecia. El artista enfatizó el papel crucial de mecenas como los Rockefeller, Rothschild, Lauder, Arnault, Thyssen y Pinault en enriquecer estas ciudades culturalmente, permitiendo la existencia de diversos centros artísticos.

 

 

UN VIAJE ARTÍSTICO POR EL MUNDO
El paraguayo ha llevado su arte a nivel internacional, exhibiendo en Francia, Suiza, Inglaterra, Italia, Brasil y Argentina. Con el paso de los años, su obra ha evolucionado, motivada por una constante investigación y la búsqueda de respuestas a nuevos interrogantes.

Al crecer en una familia de ingenieros y arquitectos, el patio de recreo de Barrail eran las obras civiles, lo que influyó en su pensamiento con materiales y procesos de construcción. A lo largo de varios años, recopiló diversos tipos de materiales constructivos que se convirtieron en la base de su Gabinete Huellas. Esta creación de textura intrincada sirve como un conmovedor homenaje al trabajo de quienes manipularon estos elementos, junto con los compuestos de madera desechados cortados con láser. El material inesperado funciona como una oportunidad para comparar y confrontar la historia y los procesos dentro de cada obra.

El potencial de los elementos constructivos como objetos escultóricos es un tema recurrente que aborda el problema de la eliminación de basura y sus efectos en las ciudades latinoamericanas, particularmente en Asunción. El trabajo de Barrail sirve como un monumento a la cultura de consumo y al capitalismo agresivo, yuxtapuesto al daño ambiental y la pérdida de identidad.

En una colección sorprendente, Barrail presentó en New York muebles tatuados, incluidos gabinetes y asientos adornados por miembros de la tribu Pai Tavytera. Este trabajo no solo trascendió fronteras, sino que invitó a los espectadores a reflexionar sobre el intrincado tapiz del yo, el tiempo y la memoria.