Conectarnos como personas
¿Dónde puedo conseguir el mejor regalo para la persona que amo? ¿Alguien sabe dónde puedo encontrar algo especial para regalarle a mi hija? ¿En qué lugar puedo encontrar algo para regalarme que me haga sentir bien?
Por Javier Barbero
Es probable que ante estas preguntas nuestra mente nos traiga en automático la imagen de algún centro comercial de moda, el logo de algún shopping o una vidriera que nos llamó la atención hace poco. Esto tiene lógica en un sentido funcional, ya que todos sabemos dónde encontrar cosas bonitas o servicios efectivos. Todos tenemos nuestro propio GPS interno con direcciones, precios y preferencias a la hora de comprar.
Sin embargo, todos hemos sentido alguna vez que algo concreto y material no alcanza cuando buscamos un regalo que verdaderamente re eje lo que sentimos por alguien, lo que nuestra alma nos pide, lo que quisiéramos transmitir más allá del presente material. Y es entonces cuando ninguna cartera de marca nos cierra del todo, ningún spa es lo “suficientemente spa” y andamos de un lado a otro con una insatisfacción crónica y sin comprender cómo en esta ocasión se nos ha vuelto tan difícil elegir. Nada, prácticamente nada, nos llena o nos convence.
Ocurre que, como seres humanos, también operamos en un nivel intangible. Si bien la publicidad nos mantiene entretenidos haciendo que nuestro cerebro conecte emociones y logros a productos concretos, no siempre lo material es capaz de hacer que nuestro amor por alguien, nuestro cariño o agradecimiento se exprese con la contundencia que el corazón nos pide.
En semana santa estuve de vacaciones por Nueva York. Me llené de regalos para mí y para personas queridas, pero esos regalos (al menos la mayoría de ellos) fueron comprados sin corazón. Allí operó el estímulo y la respuesta automatizada de mi cerebro en un contexto de compra compulsiva.
El regalo perfecto de esta nota no se re ere a ese tipo de obsequios, está referido a eso especial que me lleva a querer conectar con mi pareja, mi madre o conmigo mismo desde un nivel absolutamente distinto al del mercado. Tiene que ver con la dimensión del alma humana. Tiene que ver con mi necesidad de expresar algo intangible del corazón, en donde ni siquiera las palabras alcanzan y en donde lo material, por más caro o de marca que sea, jamás logrará reflejar lo que siento. Lo que siento a nivel espiritual, a nivel interior, es tan sagrado y grandioso que ninguna cartera, ningún viaje, ningún diamante se puede arrogar la pretensión de expresarlo en su verdadera dimensión.
Entonces, es en este nivel donde también aparecen regalos que hoy son un lujo. un lujo porque han quedado relegados a un nivel inferior al de las cosas materiales que son consideradas más válidas, que nos hacen la vida más cómoda, que otorgan belleza, que estimulan sensualmente, pero que, sin embargo, no pueden llegar a donde sí puede llegar un abrazo, un beso o el tiempo exclusivo que le dedicamos a un hijo. Aunque suene fuerte, muchísimas personas se han olvidado de que el corazón también tiene sus regalos, que siempre son perfectos porque del corazón jamás brota nada que no tenga que brotar.
Solo podemos equivocarnos en la compra cuando operamos desde la mente que lo analiza todo, desde el ego y desde la compulsión. Por eso, a veces nos brota la insatisfacción de no saber qué regalar. La propuesta es que si así lo querés, recuperes la práctica de regalar también obsequios inmateriales, intangibles, sutiles y exclusivos.
Exploremos un camino
1. Cuando quieras regalarte algo o regalarle algo especial a alguien y surja en vos demasiada duda mental, insatisfacción por no poder elegir, juicios del tipo: “Nada es tan lindo, tan importante o tan valioso”, es probable que necesites hacer un recorrido entre los escaparates del corazón.
2. Visualizá algo como un abrazo, una palabra en el oído, un tiempo exclusivo para compartir, una declaración sincera de tu parte, la sorpresa de aparecerte de repente de visita. si buscás, hay opciones suficientes y demasiado bellas como para dedicártelas o para honrar a alguien amado.
3. Ahora imaginá que a ese regalo especial le agregás un envoltorio creativo: por ejemplo, le hacés llegar a tu pareja una nota diciéndole que cierre los ojos y que simplemente espere a que algunas palabras especiales le sean susurradas al oído. Podés entregarle un reloj a tu amiga donde hayas marcado dos horas de tiempo con un pincel y decirle que son 100 % para ella. las posibilidades de jugar creativamente para darle un marco especial a tu regalo especial son infinitas.
4. Para hacer este tipo de regalos es fundamental que te hayas conectado con tus necesidades o las necesidades reales de la otra persona. Entonces, sintonizando, es poco probable que te equivoques. Recordá que una cartera más alimenta el ego que siempre seguirá hambriento de más carteras bonitas, pero un abrazo largo como regalo, con cosquillas al final incluidas, no tiene precio. No tiene forma de ser falsificado. tiene el made in de tu marca humana.
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