En el desafiante mundo de la moda, donde la presión y la velocidad pueden devorar incluso al talento más brillante, Jonathan Anderson ha sabido no solo mantenerse, sino destacarse con una identidad sinigual. Hoy está en el punto más alto de su carrera al ser nombrado como director creativo de Dior para women’s wear, men’s wear y couture, convirtiéndose en el primer diseñador que lidera todas las divisiones de la marca luego del mismísimo Christian Dior.
Por Kate Reichardt
Al tomar las riendas de Dior, Anderson enfrentará el desafío ambicioso de diseñar alrededor de 18 colecciones al año —incluyendo aquellas para su marca homónima JW Anderson y su cápsula con UNIQLO—. El calendario es feroz, y las expectativas… aún más. Hoy me gustaría repasar su trayectoria, señalando los puntos de inflexión en su carrera que lo convirtieron en el gran diseñador que es hoy.
Nacido en Magherafelt, un pequeño pueblo de Irlanda del Norte, Jonathan William Anderson pensaba que su vocación estaba en la actuación. Se mudó a Washington D.C. para estudiar teatro, sin embargo, descubrió que lo que realmente le fascinaba no era la interpretación sobre el escenario, sino la transformación que ocurría con el vestuario. Así, comenzó un recorrido intuitivo que lo llevó de trabajar como visual merchandiser para Prada en Londres a crear, en 2008, su propia marca con apenas 24 años: JW Anderson.
Desde el primer momento, su propuesta rompió moldes. Sin pedir permiso y sin caer en las tendencias, redefinió los códigos de género en la ropa masculina con piezas de volantes, formas orgánicas y estructuras esculturales.
La revolución de Loewe
Su visión no buscaba simplemente vestir cuerpos, sino provocar. Fue esta mirada singular la que llamó la atención de LVMH que, en 2013, adquirió una participación en JW Anderson y lo colocó al frente de Loewe. En ese momento, su vida dio un giro de 180 grados.
Lo que Anderson hizo con Loewe es algo digno de admirar y analizar. En menos de una década, transformó a la histórica casa española en una potencia de deseo cultural mundial, conectándola con el arte contemporáneo, la artesanía y la experimentación. Loewe tomó un lugar firme entre las marcas más cool para los millennials y Gen Z, gracias a sus improbables pero emblemáticas colaboraciones con artistas como David Wojnarowicz o el fotógrafo Araki, las campañas con Maggie Smith o la dirección artística detrás de vestuarios inolvidables como el de Rihanna en el Super Bowl y Beyoncé en su gira Renaissance. Loewe se convirtió así en una marca que respira actualidad y cruda autenticidad.
Su marca homónima: JW Anderson
En paralelo a su trabajo con Loewe, JW Anderson siguió mutando con cada temporada, manteniendo su ADN subversivo e intelectual. Uno de los momentos más virales de la marca se dio durante la pandemia cuando las pasarelas se detuvieron. En lugar de transmitir desfiles virtuales, envió “fashion shows en caja” a editores y amigos: sobres con recortes, telas, flores prensadas y cartas manuscritas. Un gesto íntimo y poético que puso una vez más al diseñador en boca de todos, no por el espectáculo, sino por el sentido.
Esa sensibilidad es su gran firma: detrás de cada colección hay una narrativa, una razón de ser. Sus piezas siempre tienen un porqué.
Democratizando la moda
Sus colaboraciones comerciales también han dejado huella y se distribuyen a nivel global. Desde las populares colecciones cápsula de JW Anderson con UNIQLO hasta piezas creadas para Converse, Swarovski o Topshop, Jonathan ha logrado democratizar la moda sin perder su esencia ni comprometer su prestigio.
Sus propuestas más accesibles tuvieron un efecto poderoso, permitiendo que seguidores que no pueden acceder a sus diseños de alta gama disfruten de una prenda concebida por él. En 2023, su influencia creció al encargarse del vestuario de películas como Challengers, consolidando su rol como creador transversal entre moda, cine y cultura visual.
La industria lo reconoce como una figura prominente de la moda: ha sido nombrado Diseñador del Año en los Fashion Awards, figura destacada del CFDA, e incluido en la lista TIME 100 de las personas más influyentes del mundo. Y, sin embargo, su actitud sigue siendo la de alguien humilde que duda, observa y cuestiona. Un creativo que nunca se da por satisfecho.
Dior menswear debut
Hoy, el diseñador se encuentra en uno de los momentos que marcarán su carrera, asumiendo uno de los retos más desafiantes al frente de Dior. Heredar una casa con tanta historia —donde la feminidad ha sido cuidadosamente esculpida por Christian Dior, John Galliano o Maria Grazia Chiuri— no es tarea sencilla. Pero si alguien puede redibujar su silueta desde un lugar radical, auténtico y actual, es Jonathan Anderson.
Su debut, que tuvo lugar el junio pasado en París, fue una declaración de intenciones. “Es el punto de partida”, dijo Anderson antes del show, “establecer un lenguaje, una sensibilidad, un estado de ánimo”.
El primer look fue el más impactante: unos cargo shorts confeccionados con 15 metros de drill de algodón plisado, que hizo referencia a los pliegues de un vestido Dior de alta costura, combinados con un blazer de tweed Donegal, versión masculina del clásico Bar jacket de la maison.
Desde el principio, Anderson propone un nuevo código masculino donde la formalidad, la historia y la materia dialogan con un presente descontracturado pero lleno de intención. Su reinterpretación de los chalecos de seda del siglo XVIII es ahora emparejada con jeans y sneakers, dando lugar a una estética que definió como “sleazy downtown dandy”.
Todo el desfile fue una colisión medida entre la opulencia histórica y el estilo personal contemporáneo de Anderson.
Por eso, más que una promesa, Jonathan ya es considerado como uno de los grandes autores del lujo contemporáneo, donde reina la autenticidad, la nostalgia y el sello personal por encima de las tendencias.