Los Sueños De Archi

Nacido en Villarrica en 1983, el joven artista autodidacta Arsenio Aguilar, también conocido como Archi, cultivó desde temprana edad una curiosidad alimentada por la naturaleza que lo rodeaba en el campo. Su obra, caracterizada por un estilo inspirado en el Renacimiento y nutrido por su entorno, forma parte de colecciones tanto nacionales como internacionales. Recientemente, inauguró Sueños en BGN/ARTE, su primera muestra individual en una galería.

                                                                                                   Por Valeria Gallarini Sienra Fotos Gentileza

   

Las ganas de aprender lo llevan a observar minuciosamente la naturaleza y a desarrollar un largo proceso de registro. Pero tal vez, el principal registro es el de los sueños que le inspiraban desde una temprana edad, al punto de incorporar la costumbre de despertar en medio de ellos para dibujarlos. Esto fue tal vez una de las cosas que más me llamó la atención la primera vez que lo encontré. Con su candor habitual me dijo: “De niño siempre quería ser el primero en ir a dormir”. Como madre de tres hijas que luchaban para no ir a la cama temprano, lo miré asombrada y le dije: “Archi, ¡ningún niño quiere irse a dormir temprano!”. A lo cual me contestó que él quería hacerlo porque quería soñar muchos sueños, que se despertaba en el medio de la noche y, cuando aún los tenía frescos, los dibujaba en un cuaderno para no olvidarse de aquellas imágenes maravillosas que le regalaba Morfeo. De ahí el título de la exposición y mi fascinación ―como galerista y como amante del arte― por su trabajo.

SU ENCUENTRO CON LA INSPIRACIÓN

Cada charla con Archi revela una historia fascinante. Sus relatos sobre cada elemento de sus creaciones son un viaje a su mundo imaginario, a una vida rica en experiencias y un testimonio de su innata habilidad artística. Originario del interior de Villarrica, creció en un entorno donde el arte parecía una realidad distante. Sin embargo, encontró su propio camino. Jugando con la arcilla de la olería de sus padres, sus manos descubrieron la magia de la creación artística. Su curiosidad lo llevó a la biblioteca local, donde se sumergió en libros de historia del arte y descubrió las obras de Da Vinci, Rafael y Miguel Ángel. Estas influencias renacentistas se reflejan en sus primeros trabajos, tanto en la composición, simbología y temática, como en su experimentación con pigmentos naturales. Así, su obra se convierte en un híbrido espontáneo entre el Renacimiento y la naturaleza guaraní que lo rodea.

Otro de sus referentes fue el surrealismo de Dalí, que lo inspiró en un periodo posterior. Durante esta fase, los personajes cotidianos se mueven en espacios atemporales: las vacas levitan, las chiperas son observadas por pulpos ocultos bajo piedras y duendes invaden el tambo. Estos encuentros peculiares, resultado de su entorno y formación autodidacta, contribuyen enormemente a su encanto y originalidad.