Marruecos, un paraíso imperial

Marruecos es ese maravilloso país en la punta norte africana, un lugar para abrazar la historia, para vivir la religión islámica, para sentir el choque cultural y, sobre todo, para apreciar la arquitectura y los aromas que traspasan el tiempo.

Por Gisselle Jara

Cuando pienso en Marruecos pienso en Casablanca, la película interpretada por la hermosa Ingrid Bergman que se desarrolla en este país. Los parajes de este pedazo de cielo terrenal tientan a millones de turistas a descubrir sus majestuosos palacios, su maravillosa cultura, su arquitectura, sus costumbres y su historia.

Marruecos desparrama belleza, sus ciudades están adornadas con edificaciones que se rigen como monumentos históricos; sin embargo, los nuevos edificios tampoco pierden la esencia de su arquitectura originaria. Los solemnes arcos y cúpulas, ricamente decorados con revestimientos vidriados, reflejan un aire de misterio y extravagancia.

La hotelería ofrece una experiencia cercana a la cultura marroquí, en cuyas instalaciones el visitante puede disfrutar de servicios de primer nivel. En la ciudad de Rabat, capital de Marruecos, hermana pequeña de las llamadas “ciudades imperiales”, podemos elegir al hotel L’Alcazar Luxury Riad (www.lalcazar.com), un palacio patrimonial restaurado, el típico riad (residencias tradicionales de Marruecos) con tan solo ocho espaciosas habitaciones y suites.

Rabat ofrece al turista atractivos innegables como la Torre Hasán y el Mausoleo de los Reyes (el padre y el abuelo de Mohammed VI están enterrados allí), la Necrópolis de la Chellah (con vestigios romanos e islámicos) o la Alcazaba de los Udayas, donde se establecieron los moriscos expulsados de España. Además, se puede visitar el Museo Mohammed VI de Arte Moderno y Contemporáneo, inaugurado en el 2014 (www.museemohammed6.ma).

A la oferta turística se suma el amante Museo de Historia y de las civilizaciones, también los numerosos restaurantes de comida marroquí e internacional. En la medina, el mercado despliega sus tesoros, donde el regateo es un juego entre vendedores de alfombras, marroquinería, babuchas, juegos de té y compradores.

Marrakech

Junto con Mequínez, Fez y Rabat, Marrakech es una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos. aquí recomendamos visitar un hotel boutique de lujo y spa de cinco estrellas llamado Ksar Char-Bagh (www.ksarcharbagh. com), donde se levanta un magnífico edificio de estilo árabe. Este lugar ofrece alojamiento exclusivo y buena cocina en un entorno rural tranquilo.

En el casco antiguo, el corazón de la medina es el mercado de la plaza Yemaa El Fna, considerado el más grande del país. Está plagado de artesanos, comerciantes, encantadores de serpientes y lugares para comer.

A unos metros de la muralla que divide la medina del resto de Marrakech está la Mezquita Koutoubia, inconfundible por su torre de casi 70 metros de alto. Para quien no es musulmán, es imposible acceder, pero vale la pena rodearla para ver su arquitectura y el jardín que está atrás.

Mequínez, vestigios del Marruecos imperial

La ciudad marroquí de Mequínez guarda, tras su triple muralla, los restos del Marruecos imperial, que vivía a finales del siglo XVII sus primeros años de unidad bajo el mandato del sultán Mulay Ismail que se extendió desde 1672 hasta 1727.

En Mequínez, el hotel Palais Namaskar (www.palaisnamaskar. com) brinda un oasis de bienestar en la zona de Palmeraie, un lugar de perfecta tranquilidad entre el desierto y las montañas. Fue galardonado, además, como el mejor hotel de África por Prix Villégiature y mejor spa de lujo en África por los World Luxury Spa Awards 2015.

Pasear por esta urbe, Patrimonio mundial de la unesco, es un continuo deambular entre el glorioso pasado de un imperio invencible y el bullicioso trasiego del presente que se agolpa en torno a su medina, donde la gastronomía local es parte de la experiencia, con alimentos saludables, productos locales y orgánicos.

La vida se desarrolla en la calle y sobre todo en la extensa plaza El-Hedim. Allí, encantadores de serpientes y magos tratan de llamar la atención de lugareños y turistas.

Fez

La capital del islam en Marruecos cuenta con calles laberínticas, y su medina, el-bali (antiguo Fez), es de los mayores emplazamientos medievales que existen actualmente en el mundo.

En esta urbe podemos hospedarnos en el hotel Sahrai (www.hotelsahrai.com), un establecimiento de cinco estrellas, donde el visitante encuentra elementos arquitectónicos marroquíes tradicionales, desde piedra de taza hasta cerámica Fassi, hábilmente combinados con un diseño moderno, interiores nítidos y muebles de autor.

Fez cuenta con monumentos, museos y mezquitas, como el El-QaraouiyyÎn, museo del Palacio Batha, las Tumbas Merínidas, entre otros.

Transporte

El transporte público marroquí es, en general, bastante bueno, con una red ferroviaria que une las principales ciudades del norte, la costa y Marrakech, y un montón de autobuses y taxis colectivos que permiten moverse a un buen precio entre ciudades.