Sostenibilidad cultural, el futuro de la moda es artesanal

Los diseños creados por culturas ancestrales atraen a la industria de la moda. Sin embargo, a menudo no reciben el reconocimiento adecuado, lo que plantea problemas de apropiación cultural. Como contrapartida, la sostenibilidad cultural es una respuesta que pone en el centro la reivindicación de las y los artesanos como creadores. Exploramos esta perspectiva desde la mirada de marcas y diseñadores alrededor del mundo.

Por Jazmín Ruiz Díaz Figueredo Fotos Gentileza

 

Originalmente, el término sostenibilidad se aplicaba predominantemente desde una perspectiva ambiental. Esta formulación fue enmendada en 2001 por la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural de la UNESCO, agregando la diversidad cultural como un componente integral en forma de puente que conecta con otros tres pilares: conservación ambiental, crecimiento económico y equidad social. La introducción de este cuarto pilar ha tenido profundas implicaciones cuando se analiza en un contexto de moda, particularmente, en relación con la artesanía tradicional.

Monica Boța-Moisin, fundadora de la Cultural Intellectual Property Rights Initiative, argumenta que la sostenibilidad cultural en el campo de la moda y los textiles significa apoyar y compartir el conocimiento del saber hacer tradicional, las competencias y las habilidades de las culturas, con las futuras generaciones. Por lo tanto, la sostenibilidad cultural en la moda requiere que abordemos la historia de la apropiación cultural; ya que en el centro de este problema radican cuestiones de propiedad, autoría, respeto y desequilibrios de poder, con marcas que a menudo utilizan expresiones y procesos culturales únicos con fines comerciales, a veces de manera irrespetuosa.

De la apropiación a la colaboración

Entre los ejemplos más claros de apropiación cultural, se pueden citar la pasarela de Victoria’s Secret en 2012 con Karlie Kloss desflando con un penacho tradicional de las Primeras Naciones y joyería de turquesa, hasta la colección Resort 2020 de Carolina Herrera, ingenuamente concebida como un homenaje a América Latina y que llevó al gobierno mexicano a acusarla de plagiar a varias comunidades indígenas y a poner en marcha el desarrollo de protecciones legales para el patrimonio cultural intangible del país. Pero quizás el ejemplo que puso en el ojo de la discusión el tema fue el de la colección Primavera/ Verano 2015 de Isabel Marant, que copió una blusa tradicional mexicana de Oaxaca y resultó en una demanda contra la diseñadora en un tribunal francés.

Siendo la protección legal de los conocimientos tradicionales un proceso en desarrollo, una pregunta abierta es, ¿cómo se puede reparar el daño en casos de apropiación? Un caso muy interesante es el de Ralph Lauren y el sarape mexicano. En 2014, la marca fue señalada por incorporar en su colección patrones y elementos característicos del sarape —prenda tradicional del municipio de Contla, en la región de Tlaxcala— en su colección, sin dar crédito a los artesanos. Sin embargo, en respuesta a estas críticas, Ralph Lauren tomó medidas para reparar el daño a través de la colaboración con comunidades indígenas. La marca estableció asociaciones con artesanos tlaxcaltecas para desarrollar productos en conjunto, asegurando reconocimiento, retribución económica y apoyo al trabajo artesanal.

Sass Brown y Federica Vacca son dos académicas de los estudios de moda que han investigado en profundidad modelos de colaboraciones entre artesanía y diseño desde una mirada cultural. Para ellas, un escenario que funciona es involucrar a las comunidades artesanales no solo desde la producción, sino como parte integral del proceso de diseño, ya que aportan sus habilidades y su inteligencia creativa en el desarrollo del diseño. Este escenario se ejemplifica en el trabajo de diseñadoras como la italiana de ascendencia haitiana Stella Jean, para quien el mestizaje está al centro de su trabajo, y la india Swati Kalsi. Ambas fomentan el intercambio cultural mediante la integración de comunidades artesanales con el objetivo de aliviar la pobreza y contribuir a la emancipación social y creativa a través de la dignificación del trabajo.

Otro ejemplo positivo es el del artista, diseñador y ambientalista Oskar Metsavaht, el Director Creativo de Osklen y la colección Ashaninka. Metsavaht colaboró con el pueblo Ashaninka de las selvas amazónicas para su colección Primavera 2016, trabajando directamente con los ancianos de la comunidad para garantizar que ningún símbolo, color o patrón se utilizara de manera inapropiada. Desarrolló un logotipo para uso comunitario y trató efectivamente la relación como una colaboración artística, con la tribu beneficiándose de regalías por cada venta y su acreditación en todas las comunicaciones como la fuente de inspiración.

Metsavaht es una muestra de que, mediante el uso de los mecanismos de trazabilidad, transparencia, procedencia y autoría, la cultura material y la artesanía pueden ser reivindicadas y honradas.

Ediciones anteriores